domingo, 29 de enero de 2017

#FRANCIA


 Primarias presidenciales francesas

 La extrema derecha, derecha, izquierda, y extrema izquierda eligen sus candidatos. Macron se cuela entre ellos con fuerza


     Los procesos de primarias en Francia antes de unas presidenciales siempre suelen ser bastante calentitos. Más aún desde que los socialistas y los republicanos decidieron abrirlos a toda la población. Y todavía más si se tiene en cuenta que este año la carrera hacia el Eliseo ya no es ni mucho menos cosa de dos.


    Con la popularidad del gobierno Hollande-Valls por los suelos, y la extrema derecha por las nubes en Francia (y en toda Europa) llegaban los galos a la cuenta atrás de las elecciones.



    El único candidato que estaba cantado era la del Front National. Todos sabíamos que iba a ser Marine Le Pen, probablemente la gran líder y rostro de la ultraderecha europea. La parisina ha logrado lo que pocos pronosticaban, superar los resultados de su padre. No solo en encuestas. Arrasaron en las pasadas elecciones europeas y estuvieron a punto de gobernar en varias regiones en las territoriales.



    Mucho más disputado estaba el puesto de candidato en la derecha tradicional. Todos los partidos conservadores y de centro liberales se unieron en unas mismas primarias. Dado que el sistema electoral francés de doble vuelta probablemente penalizará a Le Pen, todo apunta a que de aquí podría salir con casi toda seguridad el próximo presidente del país.


    Los conservadores vieron su oportunidad, y se les ocurrió cobrar unos 5 euros por votar a todos aquellos que no fueran afiliados. Aún así, lograron récords de participación (y un buen dinero). El ambiente era de elecciones anticipadas.


    Nicolás Sarkozy partía como gran favorito. La derecha francesa siempre se caracterizó por su gran incapacidad de renovación, y nadie de las nuevas generaciones parecía hacerle sombra. Su máximo rival era el todavía más mayor Alain Juppé, antiguo primer ministro y actual alcalde de Burdeos.

    Sarkozy era la derecha más cercana a Le Pen, y Juppé representaba a las facciones más centristas. Durante semanas y semanas se atacaron duramente. Sarkozy ejercía de líder de facto de Les Republicains y no le importaba usar toda la maquinaria del partido a su favor. Juppé advertía que era un riesgo votar a Nicolás, pues no estaba nada claro que lograra atraer al centro-izquierda a su favor en una segunda vuelta ante Le Pen.

    Pero surgió un enemigo silencioso: François Fillon. Tan conservador y religioso, como diplomático. No quiso nunca meterse en los enfrentamientos entre Sarkozy y Juppé. Aprovechando su mayor tiempo libre (ni tenía que dirigir el partido ni gobernar la ciudad de Burdeos) se recorrió toda Francia. Funcionó.

    Ante la sorpresa de todos, Fillon estaba en cabeza en la primera vuelta. Juppé quedó segundo y Sarkozy se llevaba un humillante tercer puesto que le eliminaba de la segunda vuelta, e incluso probablemente de la vida política francesa de manera casi definitiva.

    El expresidente pidió el voto a su antiguo ministro Fillon y no hubo sorpresa en la segunda vuelta. Consciente de que su gran reto es atraer al voto izquierdista para vencer a Le Pen, desde entonces Fillon ha “olvidado” su famoso discurso extremadamente liberal y amparándose en sus creencias religiosas ha recordado continuamente que “en Francia caben todos”.

    Hasta ahora este “cambio” le estaba funcionando en las encuestas, pero un feo asunto de corrupción relacionado con su mujer le ha estallado esta semana y por primera vez está volviendo a bajar.



    ¿Y qué pasa con la izquierda? Pues aquí, habemus el caos. Al presidente François Hollande se le han hecho muy largos estos 5 años de mandato y llegaba con una aceptación mínima, que apenas llega al 10 %. Su falta de carisma y su debilidad ante Merkel no han convencido nunca, pero unida a su polémica reforma laboral, sus malas cifras de empleo y la sensación de inseguridad producida por los atentados de París y Niza, le han enterrado.


    Los socialistas han aguardado a última hora para organizar las primarias. Probablemente, estaban esperando que las últimas bajadas del paro revitalizaran el apoyo a Hollande. No ha sido así. Finalmente, el presidente ha tenido que renunciar a un segundo mandato (por primera vez en la historia del país) y en su lugar acudió Manuel Valls a las primarias como “candidato oficialista”.


    Pero esa no era ni mucho menos la única mala noticia para el PS. Probablemente el ministro más popular de su gobierno, Emmanuel Macron, decidió saltarse el proceso de primarias y presentarse por su cuenta. Desde entonces, no ha dejado de subir en las encuestas, hasta el punto que algunos socialistas han pasado de considerarle como “un traidor” a verle como una opción real de salvar un batacazo electoral.


    La única baza que le quedaba al Parti Socialiste de presentar un candidato que más o menos uniera la izquierda era incorporar a los comunistas en sus primarias. Fue un rotundo fracaso. Muy enfadados por los recortes y la flexibilidad laboral introducidos por Hollande y Valls, decidieron presentar a su propio candidato: Jean-Luc Mélenchon.


    Así pues, llegó el 2017 y los socialistas tenían de frente cuatro candidatos fuertes que ya habían movilizado a sus ejércitos para comenzar la campaña electoral. Estas primarias eran un auténtico marrón, ya que el ganador tendría que salvar una situación casi imposible.
El colmo de las humillaciones para el gobierno es que ni siquiera Valls ganase las primarias socialistas. Y los días se acercaban, con el antiguo ministro Arnaud Montebourg pisándole los talones en los sondeos.


    Pero como pasó en las primarias de la derecha, fue un tercer actor quien se acabó llevando el gato al agua. El también exministro Benoit Hamon consiguió adelantar a Valls para sorpresa de todos en primera vuelta. Con el apoyo de Montebourg, ayer volvió a ganar con contundencia en segunda vuelta.


    Valls ya es historia, y al igual que Sarkozy, se va por la puerta de atrás. Su discurso de “somos la izquierda realista que no promete cosas imposibles” nunca convenció. El tono social y ecologista de Hamon, ha funcionado mucho mejor.


    En sus primeras declaraciones, Benoit Hamon ha hecho un llamamiento a Macron, Melénchon e incluso el candidato verde Yannick Jadot a que se unieran a él. A estas alturas suena ridículo que vayan a retirar ya su candidatura, pero su probable objetivo es atraer a sus votantes como el candidato que si puede unir a toda la izquierda contra Fillon y Le Pen.



    Sin embargo, tiene una misión casi imposible. Ha de salir de un profundo pozo y muy pocos meses para conseguirlo. En las últimas encuestas, el candidato socialista (presuntamente Valls) estaba el quinto.


    Por su parte, Macron cada día se acerca más a Fillon. Le Pen se sitúa en cabeza, aunque lejos del 50% que le evitaría acudir a una segunda vuelta.



    Todo puede pasar. Estas elecciones se antojan más abiertas que nunca. Podemos ver desde una neofascista de presidenta hasta a un neocomunista. La primera vuelta, para el 23 de abril. La campaña electoral será clave.


miércoles, 11 de enero de 2017

Detrás de las cámaras... la realidad

Artículo sobre las razones por las que el gobierno ruso ayudó a Donald Trump, y por qué funcionó


    Este martes por la noche me quedé despierto hasta las tantas para seguir al dedillo el esperado último discurso de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos.

    No cabe duda que nos va a dejar uno de los mejores oradores que jamás ha pasado por la Casa Blanca. Como siempre, su discurso fue casi perfecto.

    Habló de tolerancia y respeto. Recordó que tanto la democracia como los Estados Unidos se sustentan en el principio de que todas las personas (por diferentes que sean) caben dentro.

    Señaló también que la democracia hay que seguir construyéndola día a día, y que cada ciudadano debe de estar permanente vigilante y pendiente de las acciones de sus políticos.

    Con estos geniales argumentos, se distanció totalmente del discurso marcadamente xenófobo del próximo inquilino de la Casa Blanca y al tiempo llamó a filas a los americanos para que no le regalen una legislatura tranquila. Y todo ello, sin nombrarle ni una sola vez. Sublime.


     Pero curiosamente a quien tampoco nombró fue a Hillary Clinton, ni comentó nada acerca del asunto del hackeo ruso. Algo de lo que todo el país está hablando esta semana, y el argumento férreo al que su partido se agarra con fuerza para justificar su derrota injustificable de noviembre.

     Entonces, ¿por qué Obama no mencionó este asunto? ¿Por qué parece como si quisiera permanecer por encima de este tema?

     Pues bien, sin pretender afirmar que yo se lo que pasa por la cabeza del todavía presidente, puedo tratar de adivinarlo. Quizás Obama esté en el fondo avergonzado de este asunto. Ya que, por mucho que Rusia haya tratado de influir con una jugada muy sucia en unas elecciones presidenciales americanas, el contenido de dichos emails hackeados no dejan demasiado bien parado al Partido Demócrata.


     Resulta que Hillary Clinton estuvo durante 8 años preparando todo para su asalto a la Casa Blanca. Tras perder las primarias de 2008 ante Obama, consiguió entrar en su administración (como Secretaria de Estado nada menos) y utilizó su posición para asegurarse que la cúpula del partido estuviera ocupada exclusivamente por aliados suyos de cara a las primarias de 2016.

De hecho, llegó dicho año y nadie se atrevía a presentarse contra ella. Tenía el apoyo de todos los mandamases demócratas. Pretender desafiarla era una derrota segura.

    Pero no contaba con que alguien de fuera iba a plantarle cara. Un tal Bernie Sanders se sacó el carnet de su partido y presentó su candidatura. Y resulta que un pobre viejo izquierdista estaba conectando incluso mejor que ella con las bases de su partido. Y, al final de todo, la batalla estaba siendo difícil.

    Fue entonces cuando Hillary Clinton ordenó a la cúpula que hicieran descarada campaña a favor de ella. Un gesto seguramente innecesario, ya que iba a ganar las primarias de todas formas. Pero ella no quería un resultado ajustado. Pretendía ganar por goleada para ser una candidata de unidad.

    Pues bien. El servicio secreto ruso hackea estos emails donde se planea abiertamente hacer moving a la campaña de Bernie Sanders y los filtra a Wikileaks justo el día antes de la convención nacional del partido.

    Evidentemente, los seguidores de Sanders montan en cólera y se arma el caos. El Partido Demócrata llega las elecciones igual (o incluso más) dividido que su rival.

    ¿Es lamentable que los rusos intenten favorecer a un candidato estadounidense en las elecciones con jugadas sucias? Por supuesto.

    Pero esto no quita que Hillary Clinton haya actuado de forma claramente antidemocrática. Ésta es la parte del asunto del hackeo que los demócratas omiten en sus acusaciones. Y lo que avergüenza a aquellos que quieren que su partido tenga auténtica democracia interna, y no buscar una justificación a toda costa.


    Solo queda un tema por resolver. ¿Por qué los rusos apoyan de repente a los republicanos? ¿Dónde quedaron aquellos años de odio encarnizado entre Reagan y Brezhnev? ¿Se han vuelto todos locos?



    Pues volvemos al principio, a Obama. El presidente demócrata ha sido el gran azote de Vladimir Putin durante estos 8 años de mandato. Consiguió que la ONU apoyara duras sanciones contra ellos cuando invadieron Ucrania. También apoyó militarmente a los rebeldes sirios cuando Putin acudió a ayudar a su amigo Al Asad (el dictador sirio es un importante socio comercial de Rusia).

    Incluso Obama ha conseguido rebajar el precio mundial del petróleo, lo cual ha supuesto un gran varapalo para la economía nacional rusa, ya que se trata de su principal exportación.

    Además, llegó a un pacto anti nuclear con el otro socio comercial más importante de Rusia: Irán. Según dicho pacto, el gobierno iraní rebajó sustancialmente su fabricación armamentística y nuclear. Adivinen a quien les compraban los materiales.


    Pero Donald Trump ha dicho que Estados Unidos va a dejar de defender la democracia en el exterior. Que las agresiones rusas le dan igual. Que si Rusia invade Ucrania o bombardea a unos rebeldes en Siria, ese no es su problema. Que quizás incluso el dictador Al Asad es un buen tipo mientras no se meta con Estados Unidos. Y que el pacto con Irán es una abominación.

    Además, Donald Trump tiene importantes intereses comerciales en grandes petroleras, por lo que es muy probable que rompa las alianzas con Arabia Saudí y países del golfo firmadas por Obama y favorezca la subida del crudo. Eso sería malo para la economía de su país, pero muy bueno para sus intereses empresariales propios.



    Así pues, el mundo al revés. Los rusos aman a los republicanos y odian a los demócratas. El gobierno de Estados Unidos, tras años de ayudar impunemente a dictadores para sus propios intereses y fines, es castigado porque un presidente por fin hizo justo todo lo contrario.

     Y a todo esto, Donald Trump (que antes negaba la ayuda de Rusia en el hackeo) ahora se dedica a negar a tumba abierta que tenga negocios en el país ruso.
Los americanos perdonaron (e incluso premiaron) su imagen de xenófogo, machista y políticamente incorrecto. Pero, ¿podrán perdonar que un presidente parezca un traidor ruso antes ni siquiera de comenzar su mandato?

    Nunca un presidente estaba tan cubierto de barro antes incluso de empezar su trabajo. Veremos que hace para limpiarse.

lunes, 28 de noviembre de 2016

C'est fini Sarkozy



El domingo pasado volvía del Rico Pérez deprimido por una nueva derrota. Abatido, puse la televisión para ver como iba la primera vuelta de las primarias de la derecha francesa. Cuan sorpresa la mía cuando vi como los franceses conservadores me alegraban la tarde. En contra de todos los pronósticos, Sarkozy estaba fuera de la carrera presidencial.


Mi relación contigo, nunca fue buena petit Nicolas. Creo que llegaste a ser presidente pasando por encima, como el gran trepa que siempre he pensado que eres, de Jacques Chirac.

No es que yo sea un enamorado de Chirac precisamente, pero creo que aquel compañero de tu partido que había logrado mantener el gobierno de la cuarta potencia mundial para vosotros durante 12 años, merecía mayor respeto por tu parte.

Pero no es por eso por lo que llegue a aborrecerte. Al fin de cuentas, ¿cuantos políticos han llegado a lo alto trepando igual que tú?


Gobernaste Francia durante los últimos años de bonanza económica. Tenías la oportunidad de profundizar las tímidas reformas políticas y sociales que empezó Chirac. Por ejemplo, ¿cómo es posible que un país tan rico no ofrezca acceso sanitario universal y gratuito a sus ciudadanos?.

Pero no lo hiciste. Más bien al contrario. Te pusiste a encarecer aún más el sistema sanitario francés, para que el máximo número de ciudadanos tuvieran que contratar un seguro privado. Hiciste todo lo que te pidieron tus amigos empresarios de la haute societé.

Cuando viví en Francia, tú ya no gobernabas. Estaba François Hollande. Con el paro disparándose y el déficit por las nubes, nadie hablaba ya de abaratar la sanidad. Tú si tuviste la oportunidad de hacerlo. Luego ya fue tarde.

Te contaré que un día me puse realmente enfermo y acabé ingresado en el hospital. Al final fue solo un susto, una sola noche y para casa. Aquella única soirée me costó casi 100 euros. Si a ti te hubiera pasado lo mismo en mi país, te habría salido gratis. Podrías pensar en ello. Resulta que nosotros somos los vecinos pobres, aquellos gobernados por un presidente (Zapatero) al que llamaste "tonto".

Pero al fin de cuentas, supongo que no te puedo culpar por ser demasiado de derechas. No es por eso realmente por lo que te aborrezco.


Desde que llegaste al gobierno, los casos de corrupción se dispararon. Todos los franceses, incluso los que te apoyan, saben que en el fondo eres un chanchullero.
Recuerdo el cachondeo que había en la calle, cuando te pillaron intentando seducir a una vieja millonaria senil para que financiara tu partido.

La verdad, tampoco te guardo rencor por eso. No eres más corrupto que algunos de los políticos que tengo en mi país. Además, en el fondo te agradezco que hicieras lo de la abuela cuando yo vivía en Francia. Fue muy divertido vivir aquel cachondeo de primera mano.


Entonces, te preguntarás, ¿a qué se debe mi tan grande repulsión por ti? Verás, todo empezó cuando no sabías como desviar la atención de tu enésimo caso de corrupción, y decidiste deportar rumanos de Francia.

Sin antecedentes, sin que hubieran hecho nada. Solo porque eran rumanos. Los devolviste forzados a Rumanía, por xenofobia pura y dura. De hecho, muchos volvieron ya que eran ciudadanos europeos y no tenías ni siquiera potestad para prohibirles la entrada.

Simplemente les echaste en un vano intento para mejorar tu popularidad entre la sociedad francesa más racista y volver a levantar las encuestas. Que mal te salió, por cierto. Perdiste las elecciones.

Se da la circunstancia de que por aquel entonces yo tenía una persona muy especial en mi vida, de nacionalidad rumana. Pensé que sería de mi si viviera en Francia y me la hubieras arrebatado. Desde entonces, petit Nicolas, te aborrezco.


Y el problema no fue aquella disparatada y fallida deportación. Con aquel gesto sembraste un campo de odio en la sociedad francesa. Pusiste a los inmigrantes en el centro de la palestra, en la piñata a la que golpear cuando la gente no sabía a quien culpar de sus problemas.

Lo curioso es que tu propio partido te castigó y te aisló por ello. Fue Marine Le Pen quien recogió lo sembrado. Desde entonces comenzó a subir como la espuma, y detrás de ella toda la extrema derecha racista en Europa. 6 años después, tenemos a un reconocido y orgulloso xenófogo sentado en la Casa Blanca.


Tu contribución a la política no ha podido ser peor. Y después del batacazo que te llevaste en las elecciones, aún has intentado volver a ser presidente.

Pero esta vez tus propios compañeros no te han dejado. Ellos saben que toda la izquierda francesa te detesta tanto o incluso más que yo. En una segunda vuelta presidencial contra Le Pen, serías capaz incluso de perder.

Yo no simpatizo demasiado ni con François Fillon ni con Alain Juppé. Pero en unas elecciones contra Le Pen les habría votado sin dudar. A ti no te votaría jamás. Preferiría abstenerme, o quedarme todo el día durmiendo y soñando con un mundo mejor.


Ahora ya se acabó. Asimílalo, es tu muerte política. No llegaste ni a la segunda vuelta de las primarias de tu propio partido. Como para pensar en ganar unas elecciones. Eres el símbolo de la total incapacidad de la derecha francesa para renovarse, lo que tantas alas está dando a Le Pen.



Tienes una mujer guapísima. Es sin duda tu mejor conquista como presidente. Disfrútala. Pero déjanos en paz. C’est fini Sarkozy.

domingo, 6 de noviembre de 2016

¿Hillary Clinton o Donald Trump?

Ventajas y desventajas de ambos candidatos


Cada vez que me da por seguir unas elecciones en un país extranjero (y ya van muchas veces que me ha dado) no puedo evitar preguntarme a mi mismo a quien votaría si viviera allí.

Bien, en el caso de Estados Unidos he seguido desde hace un año todas las primarias, convenciones y debates. Todo para contestar a esta pregunta. Finalmente tenemos dos opciones: Hillary Clinton y Donald Trump. Voy a explicar lo que opino de cada uno.


Respecto a Hillary Clinton, mi opinión no es muy buena. Creo que es una mujer carente de demasiados principios políticos y con demasiadas ganas de ser presidenta.

Creo que se aprovechó de los contactos de su marido para presentarse en las primarias demócratas de 2008 pensado que iba a ganar porque nadie se atrevería a enfrentarse a la ‘mujer de Bill Clinton’. Quizás no le dejó por eso. Pero no contaba con que aparecería Barack Obama.

Creo que para disimular su menor preparación política respecto a Obama, provocó una lucha encarnizada en aquellas primarias que dejó al Partido Demócrata dividido. Sino fuera por la tan pésima gestión de George Bush en aquella legislatura, tal vez le habría costado la presidencia a los demócratas.

Creo que una vez perdió, volvió a usar a su marido para que Obama la nombrara Secretaria de Estado. Un puesto de gran importancia que desaprovechó, ya que no firmó ningún acuerdo internacional realmente importante durante sus 4 años .

Creo que su táctica era girar y convertirse, ocho años después de haberle puesto a parir, en la más obamista de los obamistas para presentarse con más fuerza en las primarias de 2016, esta vez con el apoyo tanto de los demócratas partidarios de Bill Clinton y como los de Obama.

Creo que cuando vio que Bernie Sanders (un político bastante más íntegro que ella) para sorpresa de todos le estaba haciendo sombra en las primarias, usó su inmenso poder interno para que el comité del partido favoreciera su campaña arbitrariamente. Wikileaks también lo cree.

Creo que no le importa estar a favor o en contra de temas como el matrimonio gay, el aborto o la guerra en Irak. Lo que le importa es que posición le da más votos. Por eso ha cambiado de postura tantas veces.

Creo que no es de izquierdas. Si fuera española probablemente estaría en el PSOE o en el PP, porque son los dos partidos con más posibilidades de hacerla presidenta. Pero ideológicamente, me parece más cercana a Ciudadanos.


Pero todo esto, son creencias. Y, ¿cuál es mi opinión respecto a Donald Trump?


Pues estoy seguro que Donald Trump es racista. Y no cualquier tipo de racista, sino aquel que fomenta abiertamente el racismo para enfrentar a la gente, inventarse enemigos que no existen  y lograr sus votos. Ni siquiera se si él realmente piensa las barbaridades xenófogas que dice. Quizás simplemente las usa para su propio provecho, lo cual es aún peor.

Estoy seguro que Donald Trump es machista. Y hasta ahora nunca había visto a un hombre que optara a ser presidente de los Estados Unidos que estuviera tan orgulloso de serlo.

Estoy seguro que Donald Trump no tiene nada de experiencia política. Mientras Hillary Clinton ejercía de senadora y secretaría de estado, Trump pasaba su tiempo en reallitys horteras y programas de la WWE con el único objetivo de caerle simpático al público americano y aumentar sus posibilidades de cara a la Casa Blanca.

Estoy seguro de que Donald Trump no es un anti-establishment, como él presume, que vaya a defender a los pobres y trabajadores. De hecho, él es propietario de algunas de las más importantes corporaciones del país, y uno de sus principales objetivos políticos es quitarlas regularizaciones estatales. De hecho, creo que él es establishment.

Estoy seguro que no es un patriota. Para empezar, muchas de sus promesas son abiertamente anticonstitucionales. Por ejemplo, no se puede prohibir la entrada a los musulmanes ni a ninguna persona por motivo de religión a los Estados Unidos, un país oficialmente laico. Tampoco deportar de golpe a 12 millones de hispanos. Cabe que recordar, además, que Estados Unidos es justamente un país fundado y formado por inmigrantes.

Estoy seguro de que en los pocos meses que lleva liderando el Partido Republicano lo ha convertido en un circo que raya los peores niveles de la decencia y el buen gusto. Antes de llegar él, éste era uno de los partidos más respetables e históricos del mundo.

Estoy seguro de que sus políticas serían desastrosas para Estados Unidos, y puede que para el mundo. Ha declarado que el cambio climático es un cuento chino, quiere aislar al país comercialmente con proteccionismos del siglo XIX y alaba la manera de actuar de Vladimir Putin con agresiones militares como la de Ucrania.


Respecto a los aspectos positivos de los candidatos, me temo que son menos numerosos. Pero soy también capaz de encontrar algunos.

Por volver a empezar por Hillary. Me parece que su marido Bill Clinton fue un buen presidente. Y creo que su aún jefe Obama, aunque se haya equivocado en algunas decisiones internacionales, también ha sido un buen presidente. Ya que Hillary parece incapaz de tener una política propia, al menos ha elegido dos buenos referentes a los que copiar.

Por cierto, su oponente no. De hecho, los mejores políticos del Partido Republicano le han repudiado, como John McCain o John Kasich.

Me parece que Hillary Clinton tiene la suficiente diplomacia como para sacar adelante una negociación complicada con otro país rival sin formar un conflicto diplomático.

Por cierto, su oponente, no. Sin ser presidente ya ha logrado enfadar o asustar a medio mundo. Incluso en todos los debates que le he visto (en primarias contra sus compañeros republicanos o contra Hillary) nunca ha sido capaz de debatir sin insultar o amenazar.

Me parece que Hillary está dispuesta a ayudar a los rebeldes sirios para combatir el Estado Islámico sin tener que apoyar al dictador Al Asad.

Por cierto, su oponente no. Ha alabado públicamente al dictador y criticado a los rebeldes.

Me parece que Hillary quiere salvar la seguridad social de Obama, para que al fin Estados Unidos pueda tener una sanidad que reconozca este derecho universal a todos independientemente de que sean ricos o pobres.

Por cierto, su oponente no. Esto es porque la sanidad pública perjudica a los intereses de las grandes corporaciones, pues les quita el negocio.

Me parece que Hillary respeta la democracia, y no va a provocar enfrentamientos entre la población americana para usarlos en su propio provecho.

Por cierto, su oponente no. De hecho ha dicho que si pierde no aceptará los resultados ya que eso será porque las elecciones están amañadas. En caso de que gane, también ha dicho que va a encarcelar a Hillary Clinton.


Ahora vendría el turno de las virtudes de Donald Trump, pero aún intentándolo no soy capaz de encontrarlas. Haciendo memoria, diría que es el peor candidato presidencial a la Casa Blanca que soy capaz de recordar.

Tiene una gran capacidad para simpatizar con determinados grupos de personas, lo reconozco. Pero es inversamente proporcional a la que tiene para ser repudiado por el resto. Un buen presidente es el que gobierna y es carismático para todos los sectores.


En fin. Creo que dichas y ordenadas todas estos informaciones, ya tengo bien claro a quien votaría. Sin duda, a Jill Stein.

Al fin de cuentas, ¿qué podíais esperar de alguien que en España vota a UPyD?


Firmado: David Rubio

domingo, 9 de octubre de 2016

#EEUU


 Desengañémonos. No vamos a tener un debate diplomático y de guante blanco en esta carrera presidencial estadounidense.

El de hoy era el segundo Trump-Hillary y el tercero contando el del martes de los candidatos a vicepresidentes.

Hillary Clinton llegaba en una posición ideal, luego de la publicación en los medios del más machista y repulsivo de los vídeos de Donald Trump, que se ha ganado incluso la retirada de apoyos de gran parte de su partido.

La candidata demócrata tenía dos posibilidades: pasar por encima del debate sin meter la pata aprovechando su posición de clara ventaja o arriesgar y apretar a Trump para acabar de hundirlo. Claramente, eligió la primera.

El de hoy ha sido un debate de preguntas. La CNN y la Abc han traído al plató a una quincena de votantes indecisos para que les hicieran cuestiones a los candidatos. También los dos periodistas moderadores han planteado preguntas llegadas por las redes sociales.

Por supuesto, el primer tema en salir ha sido el vídeo de Trump. Hillary se ha sentado tranquilamente a ver como el republicano daba torpes explicaciones. No creo que su intento de justificar lo injustificable le haya servido para convencer a nadie, pero en el fondo le ha venido bien quitarse ya al principio este espinoso tema de encima.

Donald, además, se ha sacado un as de la manga. Él si que estaba obligado a arriesgar, y así lo ha hecho. Se ha agarrado a un clavo ardiendo, de nombre Bill Clinton.

El republicano ha comparecido con 4 mujeres que acusaron al expresidente y marido de la candidata de acoso sexual. Todos sabemos los escarceos que tuvo Bill con Monica Lewinsky, por lo que las acusaciones de Trump no han caído en saco roto. "Lo mío fueron palabras, lo de Bill Clinton fueron hechos" llegó a decir el republicano.

Este golpe bajo hacia Hillary no ha sido el único. Al igual que hiciera en los debates republicanos en primarias, Trump se ha dedicado a atacar continuamente a su rival más que hablar de propuestas, hasta desviar su debate a su terreno.

Quien haya visto el debate poco se habrá enterado sobre el programa electoral de Donald Trump, pero si lo mucho que aborrece el pasado político de Hillary Clinton.

Curiosamente, Trump ha atacado más el pasado de Hillary como Senadora de Nueva York que como Secretaria de Estado. Precisamente, ese es el único cargo que la demócrata ha ejercido gracias al respaldo de sus electores, no ganándolo en los despachos.

En el fondo, el republicano pretendía presentar a su rival como "la política de siempre", mientras que él representaba a algo distinto. Incluso ha discutido permanentemente con los moderadores, para dar a entender que todos estaban en su contra. Que Hillary era el establishment.

No deja de ser curioso que un hombre con cero experiencia política ataque a alguien precisamente por su carrera política. También que un hombre que presume de ser uno de los más ricos del país se declare anti-sistema. Pero Hillary ni siquiera ha querido soltarle estos argumentos. Sólo ha recordado su dudoso pasado fiscal.

Como dije antes, la candidata demócrata no ha querido arriesgar ni bajarse al barro. Tal vez podía haberle devuelto los golpes bajos a Trump, pero no lo hizo. Se limitó a recibirlos con superioridad, como dando a entender que no la afectaban.

Muchos especulaban con que un mal debate del republicano hoy podría suponer su retirada de las elecciones. Quizás Hillary esté encantada con este rival, porque ni siquiera planteó esta idea.

Y realmente poco se habló de política. Ni siquiera las preguntas fueron de un gran nivel. Quizás lo más destacable fueron los debates sobre la seguridad social y Siria.

Respecto a lo primero, Hillary defendió el Obama Care, probablemente el gran legado que va a dejar el actual presidente en política interior. Pero aunque defendió que la cobertura sanitaria llegue ahora a más gente, comentó que debe trabajar para reducir sus costes. Como todos sabemos, es más liberal que Obama, por mucho que ella a veces trate de disimularlo.

Trump, por su parte, calificó al Obama Care de "desastre". Él solo quiere cargárselo. Como gran empresario, echa de menos los tiempos en los que la sanidad era privada y cara. Nada sorprendente.

Mucho más sorprendente es la opinión que les merecen Rusia y Vladimir Putin a cada uno de los candidatos. Hillary Clinton volvió a cargar contra la política rusa, su ayuda al dictador Al Asad en Siria e incluso se abonó a la teoría de la conspiración asegurando que Putin está aliado con Wikileaks para lograr que Trump gane las elecciones.

Aunque parezca increíble, hoy en día es el candidato republicano el que más defiende a Rusia. Trump alabó el papel de Putin y de Al Asad combatiendo contra el ISIS. Cargó contra la política de Obama y Hillary de ayudar a los rebeldes sirios, a los que considera yihadistas.

Se ve que Trump prefiere apoyar a dictadores antes que a rebeldes que (a pesar de que también luchan contra el ISIS) los considera yihadistas. Esto es lo que hay.

No fue la única mención al ISIS. Trump volvió a echar la culpa a Hillary de crear el Estado Islámico, e incluso lo utilizó como defensa para hablar de su vídeo machista. El ISIS y Bill Clinton fueron sus comodines favoritos.

En definitiva, un debate bastante flojo, del que probablemente el candidato republicano salga mucho más contento que del primero. En algunos momentos logró equiparar el asunto de los emails de Hillary o los líos de Bill Clinton a sus salidas de tono machistas y xenófogas.

Hillary Clinton perdió (tal vez premeditadamente) una oportunidad de enterrar definitivamente a su rival. Donald Trump seguirá teniendo a muchos compañeros republicanos en contra, pero no más por este debate.

Si este cara a cara era un salvase o muera para Trump, podemos decir que el empresario republicano fue el ganador. Aunque francamente, yo creo que no lo ganó nadie.

Y a todo esto, aún nos queda otro debate más en 10 días.



05:30


Firmado: David Rubio

martes, 4 de octubre de 2016

#EEUU


 Debate bronco entre los candidatos a vicepresidentes. Muy tenso, y en general bastante malo. Ambos son políticos experimentados que podían dar bastante más de si, pero se dedicaron a soltarse ataques y a pasar de los temas propuestos por la moderadora.

Para empezar, no me gustó el planteamiento del demócrata Tim Kaine. El senador de Virginia jugaba en casa, ya que el debate lo organizaba una universidad de su estado.

El encanto de Kaine siempre fue su familiaridad y aspecto de bonachón. Trasmite cercanía y confianza. Justo lo que le falta a Hillary.

Sin embargo, hoy olvidó toda su cálida imagen para lanzar ataques desde el minuto 1 a Donald Trump. Es evidente que el candidato republicano es una fábrica de disparates. Pero a Kaine se le olvidó algo, hoy no estaba ante Donald Trump. Hoy no era el día de darle tanto al candidato enloquecido y si de hablar de las propuestas de los demócratas.

Tampoco tuvo su mejor día Mike Pence. Gobernador de Indiana, y conservador entre conservadores. Un político por lo general más cañero y agresivo.

Pero hoy la agresividad de su rival le superó con creces. Básicamente se dedicó a defender (sin mucho acierto) a su propio candidato. Su frase más repetida fue: "Trump nunca dijo eso", para justificar declaraciones de Donald que evidentemente si hizo.

Apenas tocó a Hillary ni a Obama. Mucho menos de lo esperado. Es digno de alabar que solo sacara una vez el tan manido asunto de los emails. Pero lanzó pocas críticas hacia la administración demócrata. Parecía que Kaine era el candidato de la oposición, y Pence el del gobierno.

Pocas propuestas. El demócrata comenzó a interrumpir desde el principio al republicano, y éste hizo lo propio. El debate fue tenso, pero a diferencia de los debates republicanos de primarias, sin el espectáculo que aportaba Trump. Se hizo aburrido.


Aún así, algunos detalles que me sorprendieron. Muchas críticas de Pence a Rusia. Sorprende porque hasta ahora Putin parecía el mejor aliado internacional de Trump. Suena a que los asesores republicanos se han dado cuenta del coste que tiene para su partido que sean siempre los demócratas quienes ahora enfurezcan a los rusos.

Muchas menciones de Kaine al senador republicano John McCain. Esto no es casual, ya que ha mostrado sus diferencias con Donald Trump. Ciertamente, McCain simboliza la poca cordura que aún queda en el partido republicano.

Quizás el debate de más nivel y respeto fue el penúltimo, sobre el aborto. Casi por primera vez, ambos candidatos dejaron hablar a su contrincante y expusieron su punto de vista.

Pero hablando de religión, me sorprendió totalmente que Kaine no criticara las polémicas medidas legales que ha impuesto Pence en Indiana, según las cuales tolera algunas discriminaciones laborales por motivo de religiones no cristianas.

Este "olvido" fue un claro reflejo de la táctica de Kaine. El enemigo no era Pence, sino Trump. Y si había que criticarle, no era por ser Pence sino por ser un esbirro de Trump.

Repito, creo que este planteamiento fue equivocado y convirtió el debate en una sacudida de ataques personales sin cuartel. Los demócratas tienen un chollo con Donald Trump, pero se equivocan si siguen centrando su campaña en él. También hay que proponer y convencer. No se gana siendo el menos malo.

Sabremos si Hillary sigue o cambia esta táctica, en el próximo debate presidencial del domingo. Enfrente volverá a tener a esa bomba de relojería llamada Donald.

En el de hoy, no creo que haya habido un claro ganador ni que hayan grandes modificaciones en los sondeos.

Probablemente Kaine dijo más frases inteligentes. Pence, por su parte, mostró una calma superior a la de su candidato, que quizás pueda convencer a los republicanos más escépticos con el explosivo carácter de Trump.

domingo, 2 de octubre de 2016

#Colombia


Plebiscito para los acuerdos Gobierno-FARC


Los colombianos sorprenden al mundo votando en contra de la paz y con una enorme abstención



Por muy politólogo que seas, hay veces que la realidad del mundo te supera y a uno realmente le cuesta entenderla. Me pasó en el bréxit y me ha ocurrido hoy. Vamos, no obstante, a intentarlo.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, estaba preparado para ser el protagonista del día más señalado de la historia reciente de Colombia. Había logrado por primera vez en 56 años llegar a un acuerdo con las FARC para acabar con la guerrilla.

Solo necesitaba el apoyo mayoritario de su pueblo para pasar a la historia como el presidente de Colombia que trajo la paz. Todas las encuestas le daban un apoyo superior al 60%. Pero perdió.


Realmente, el resultado fue ajustadísimo. Mucho más que en el bréxit. Sólo 60.000 votos de diferencia, apenas un 0,3%.




El Si a los Acuerdos de Paz necesitaba ganar al No y superar el 13% del censo (4.400.000 votos). Consiguió alcanzar esta segunda meta, pero se quedó a las puertas de la primera.

Este resultado sorprendió a todos, pues prácticamente todos los partidos habían apoyado el acuerdo. No solo el gobierno, también algunos de la oposición como el Partido Conservador  o el Polo Democrático (izquierda).

Prácticamente, el único partido importante que se posicionó en contra del acuerdo es el Centro Democrático, formación muy derechista liderada por el expresidente Álvaro Uribe.

Liderando la campaña por el No, Uribe desechó el acuerdo por considerarlo demasiado blando. Pedía mayores penas hacia los guerrilleros, que dieran reparaciones de guerra hacia sus víctimas y que no tuvieran facilidades para acceder al Congreso y puestos políticos.

También algunos sectores desde la extrema izquierda se posicionaron en contra, reclamando justo lo contrario, mayor protagonismo político para la guerrilla.

Aunque en un primer momento el fin de estas negociaciones que duraban ya 3 años fue recibido con mucha alegría en Colombia, y así lo reflejaban las encuestas, el escepticismo fue ganando terreno.

El Centro Democrático y los partidarios del No recordaron las atrocidades de la guerrilla, y el apoyo al Si fue bajando. Especialmente, el rechazo al acuerdo subió entre los más mayores de la población, cuyo rencor hacia la guerrilla es sin duda más grande que el de los jóvenes.

No obstante, casi todos daban por hecho la victoria del Si esta noche. Ya desde antes del recuento se empezó a torcer la jornada, debido al huracán Matthew. Se dieron fuertes lluvias e incluso inundaciones en las zonas caribeñas de la nación. Sin duda, esto fomentó la abstención, en un país que ya de por si no se caracteriza por grandes cifras de participación electoral.

Finalmente la cifra fue del 37%, aún más baja que en las últimas elecciones presidenciales del 2014 (47%). Contrasta con el momento histórico que esta votación suponía para el país.

El recuento empezó con una estrechísima victoria del Si por menos de un 1%. La tendencia fue girando hacia el No, y una hora después del cierre de urnas ya era irreversible. La sorpresa se había dado.

La prueba evidente de que casi nadie esperaba este resultado es la tardanza que tuvieron todos los protagonistas en responder. El presidente Santos no compareció hasta pasadas 3 horas, con un discurso breve.

"El cese de las armas sigue estando vigente" tuvo que confirmar Santos. El presidente llamó a renegociar el acuerdo a uno mejor. No quiso hablar de ocasión perdida, sino de momento para mejorar aún más la forma de alcanzar la paz. Tendió la mano a todas las fuerzas políticas contrarias para que le acompañarán en este objetivo, en una clara alusión a Uribe.

Pero este mensaje de paz quedaba vacío si no lo refrendaban las FARC. Así lo hizo su representante desde La Habana poco después: "Mantenemos nuestra disposición a usar solo la palabra y no las armas".

El representante guerrillero Timoleón Jiménez dio un mensaje de retomar las negociaciones y descartar volver a la guerra. No obstante, fue mucho más duro con Uribe: "Hoy han ganado los que quería sembrar el odio".

Viendo el mapa del país, resulta muy gráfico como el Si a los acuerdos tuvo un claro apoyo en la Colombia más rural, así como en Bogotá y Cartagena. Sin embargo, el No ganó en el resto de las grandes ciudades.





 Resultados en Bogotá



Algunas de las regiones que más sufrieron la guerrilla como Chocó y Cauca votaron claramente por el Acuerdo de Paz.


Resultados de Chocó



Resultados de Cauca




No obstante, en Medellín (la segunda ciudad del país) y su región de Antioquía arrasó el No.


 Resultados en Medellín


Después de esto, la pregunta que se hacen todos en Colombia, hayan votado a favor o en contra es la misma: ¿Y ahora qué?

Parece que tanto gobierno como FARC tienen voluntad por renegociar. Pero no está muy claro que es lo que hay que renegociar. El "No" es muy inconcreto. No se sabe muy bien que es exactamente lo que no convence a la gente: la impunidad, la participación en política, las reparaciones, la devolución de tierras, zonas de concentración, etc.

Además, se antoja difícil que los guerrileros acepten mayores penas de cárcel y reparaciones a cambio de nada. 

Pero si realmente las FARC han cambiado, es hora de demostrarlo. Este grupo armado se fundó con aspiraciones de convertir Colombia en una dictadura comunista, luego evolucionó hacia unos narcotraficantes y hoy en día dicen estar dispuestos a aceptar la democracia y entrar en el sistema político.

Hoy se han llevado su primera lección de democracia. Gran parte de la sociedad no les quiere, y es hora de demostrar estar a la altura de saber aceptarlo.

El Centro Democrático, por su parte, ha celebrado su victoria, pero también ha dado un mensaje de continuación con el proceso. Todas las declaraciones de sus líderes han ido en torno a modificar el Acuerdo, pero no a derogarlo y volver a la guerrilla. También quieren la paz, pero de otra forma.

Santos ha comprendido hoy que necesita su apoyo para salvar su proceso. Tendrá por delante la difícil tarea de poner de acuerdo a la derecha más férrea con los guerrilleros antiguamente comunistas.

Su credibilidad ha sufrido un duro golpe. Cameron acabó dimitiendo tras el bréxit. No parece que esa vaya a ser su intención. Tampoco mostró la más mínima autocrítica ni trató de explicar las razones de este fracaso electoral.

Aún puede ser el presidente que puede llevar la paz a Colombia, aunque parece que le va a costar un poco más de lo que esperaba. "No me rendiré", declaró al final de su breve discurso.

Con un tuit, confirmó poco después que mañana mismo se retomarán las negociaciones con las FARC.


Lo cierto es que este revés pone en el limbo el acuerdo con las FARC (e incluso las posiblidades de negociación también con el ELN). Santos tiene las elecciones en 2018. Dos años para reconducir la situación. Pero si no consigue nuevos avances pronto, serán cada vez más los que pidan su dimisión.